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Ninety Acres es un resort culinario que data de 1912 y fue propiedad de Hassan II, rey de Marruecos
Esta propiedad data de 1912. Sus dueños originales eran Graeme Ladd y su esposa Catherine Everit Macy Ladd, quienes poseían 500 acres. A la muerte del Sr. Ladd, queda la viuda con esta gran propiedad y se da a la tarea de ayudar al desamparado, a cobijar al desvalido y compartir comida y techo a todo aquel que lo necesite, hasta que no pudo mantener el ritmo que le demandaba dicha labor altruista, y se vio obligada a venderla al rey de Marruecos en 1983, quien la adquirió como casa de verano, aunque sólo la visitó un par de veces.
En 2003 se reparte la venta de los 500 acres entre el estado, y algunos multimillonarios logran obtener 90 acres por 99 años. Es hasta el 2009 cuando empieza a tomar forma este exclusivo “oasis epicúreo” (como lo llaman los que le conocen), que pocos tienen la suerte de descubrir.
Para los exclusivos miembros, aproximadamente 60 familias, cuenta con dos albercas, canchas de tenis, spa, imponentes salones de  estas y áreas para montar a caballo, jugar croquet y  y  shing, como se le conoce en el lugar.
Los arquitectos Guy Lowell (Boston Museum of Fine Arts) y Henry J. Hardenbergh (New York’s Plaza Hotel) se dieron a la tarea de restaurar- lo y dejar en óptimas condiciones el restaurante; los interiores estuvie- ron a cargo de David Rockwell y la  rma RMJM.
Ubicado en lo que en años anteriores era la cabaña del servicio, el centro culinario Ninety Acres busca ser autosustentable, ya que
cuenta con una granja con puercos, vacas y otros animales, así como huertas con tomates, papas, zanahorias, betabel y huevos, que pue- des llevar por tres dólares. Dicha huerta está a cargo de la esposa del actual dueño, y da trabajo a granjeros y campesinos de la misma región, quienes proveen excelentes ingredientes para lograr la más suculenta mezcla entre el deleite al paladar, a la vista y al buen vivir, haciendo de la comida, poesía.
La gastronomía está a cargo del reconocido chef David C. Felton, nati- vo de la región, quien a rma que “aunque fuera de lavaplatos, él siem- pre quiere estar aquí”, para darles la bienvenida con la mejor sonrisa, el mejor gusto y el más exquisito sazón a las 200 personas que diario visitan Natirar, con la única publicidad que da el no poder callar el impactante buen sabor de boca que deja un lugar como éste.
La mansión es hoy un delicioso proyecto que en tres o cuatro años pre- tende contar con 75 cuartos. Un hotel abierto a un público exclusivo que disfrute descansar entre paredes que hablan de cuentos, envueltos en placeres que alimentan no sólo el cuerpo, sino también la imaginación.
Actualmente, mientras los proyectos avanzan, en la residencia gran- de se llevan a cabo re nadas y poco coloquiales bodas y eventos de tan buen gusto, como lo es el mismo lugar, con un delicioso aroma, que es el marco perfecto para suspirar al ver las estrellas, pensar en el paisaje que acaricia la mirada y soñar mientras saboreas el mejor espectáculo bañado de magia y algunos acres, Ninety Acres. •
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