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Capital cretense
Se acerca peligrosamente el n del viaje y hay que llegar a Heraclión. En la época veneciana se construyó este puerto y muchas de las maravillas arquitectónicas como fuentes, edi cios, plazas e iglesias. Eran empos de prosperidad, por lo que el arte y la literatura gozaron de gran impulso. Des na un día para visitar el Museo Arqueológico, que recopila la frágil memoria del pueblo minoico. Toma un café desde algún lugar con balcones que parezcan sumergirse en el mar para salir habitados por cangrejos, algas, moluscos, tritones y sirenas.
A 20 minutos de Heraclión se encuentran las ruinas de Cnosos, que en otros tempos fue una magnánima ciudad cretense, epicentro de la cultura minoica. Aquí se inspiró el mito griego sobre el infortunado minotauro que estuvo condenado el resto de sus días a morar por los laberín cos pasajes. La casa de Asterión, como la llamara Borges, fungió como recinto de soledad de aquel infortunado ser hasta que Teseo lo liberó –matándolo– gracias a la ayuda de Ariadna. El arqueólogo Sir Arthur John Evans encontró solo ves gios de aquellas leyendas y, en su afán por traer al presente algo de ese mí co pasado, volvió a pintar los muros en una decisión muy discu da.
La costa noroeste también ene enigmas bien guardados y puedes adentrarte en ellos si así lo deseas; en cuyo caso deberás quedarte un par de días más: Lasithi es la región ubicada al este de la isla, cuya capital es Ágios Nikolaos y bien vale la pena una cita ahí; sería recomendable asis r al aquelarre de fantasmas en Spinalonga, an guo refugio de leprosos y donde el cineasta alemán Werner Herzog esceni có un es mulante cortometraje.
Boleto en mano, des na la úl ma tarde a vagar por el muelle de Heraclión. Camina por una nueva fortaleza veneciana (una más y, aún así, te parecerá que no has visto su cientes) y admira ese lomo de serpiente de roca que se ex ende hasta donde alcanza la mirada y que sirvió para proteger a la capital de mercenarios, corsarios y otros enemigos. Este lugar es donde los cretenses pasan gran parte de su empo libre. Verás a muchas familias lanzando cañas al mar con la esperanza de atrapar sueños que reúnen en una cubeta. La brisa trae el aroma de langostas azules, crustáceos fosforescentes, pulpos con anillos jupiterinos y, sobre todo, las con dencias del lecho marino. Cuando veas que el ferry que te llevará de nuevo a Atenas atraca en el muelle, recita los versos de Cava s:
“Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no ene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué signi can las Itacas”.•
En Cnosos te aguarda el epicentro de la cultura minoica plasmada en su mito más grande: el minotauro
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