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Eclipsada por la cercana Milán, Bérgamo se ha hecho poco a poco de un lugar en el mapa turís co del norte de Italia, y no es
para menos. Sus murallas esconden una de las ciudades medievales mejor conservadas del país. Desde que su aeropuerto fue elegido por muchas aerolíneas de bajo coste como escala para llevar turistas a la capital de Lombardía, cada vez más gente decide darse unos días para visitar este lugar; no se arrepienten de tan acertada decisión.
El autobús en el que viajo me deja en la Viale Roma, a pocos metros de la estación de tren. La avenida se ex ende en línea recta por varios kilómetros, hasta dejar ver al fondo una colina en cuya cima se divisan una muralla y los techos de teja de varios edi cios. Ambas zonas, donde me encuentro y aquella que veo a lo lejos, forman la ciudad de Bérgamo. Conocidas como Ci à Alta y Ci à Bassa, se corresponde la
Desde sus si os elevados pueden obtenerse fantás cas panorámicas de la ciudad
primera con lo que era la urbe medieval y la segunda con la parte moderna de la ciudad, desarrollada sobre todo en el siglo XX. Ambas están conectadas por autobuses o por funiculares, aunque también es posible ascender a pie.
La Ci à Alta
El recorrido por la ciudad alta comienza en la Piazza Mercato delle Scarpe, donde llegan tanto el funicular como los autobuses. A par r de este punto, todo el recorrido por el grandioso centro medieval ―uno de los mejores conservados de Europa― se hace a pie, pues una de las más importantes medidas para la preservación del lugar es la prohibición de todo tránsito que no sea de emergencia o residencial. La plaza fue sede de un mercado desde empos de los romanos y en la Edad Media alojó a los zapateros de la ciudad, de los cuales proviene su nombre. Hoy está rodeada por pór cos con restaurantes y es el punto de par da de la Via Gombito, la calle que hace de columna vertebral de toda el área patrimonial.
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