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Resguardada por la gélida cordillera del Himalaya al Norte y bañada por el vasto Océano Índico al Sur, la India encierra entre
sus montañas y desiertos una riqueza cultural y natural inmensurable. Este gran imán asiá co atrae cada año a millones de turistas que viajan para internarse y resguardarse bajo la mís ca manta del hinduismo, buscando un punto geográ co en el mapa que les garan zará paz y un encuentro espiritual consigo mismos.
Tierra de grandes contrastes y drás cos movimientos históricos, la India ofrece un amplio abanico de opciones al viajero. Desde las frené cas y complicadas calles de Bombay, hasta la apacible orilla del Ganges Varanasi, quien lo visite encontrará, con seguridad, lo que busca en esta mágica erra. Tan pronto se toca un punto dentro de sus fronteras, los sen dos se verán asaltados por imágenes, aromas y sabores. Su extensa herencia culinaria será un tesoro para cualquier gourmand, y sus templos y calles un deleite para el fotógrafo profesional o a cionado. India siempre recibe al viajero de la mejor forma y de una manera que jamás olvidará.
Amaneció en Nueva Delhi. La sinfonía urbana comenzó a colarse de manera lenta y suave por las ventanas de la habitación. Afuera las motocicletas, claxons y tuc tucs despertaban la ciudad a medida que cruzaban a toda velocidad las complicadas calles de la capital. Desde el balcón se percibía una delgada capa de bruma que cubrió la urbe durante la noche. En este punto los rayos del sol se peleaban por tocar la erra, pero lo único que lograban era bañar los edi cios y templos con una luz difusa.
Ese día, a pesar de parecer uno más en el calendario, se celebraba el Joli. Este importante fes val se lleva a cabo por lo general en marzo y
La ciudad de Jaipur se dis ngue por el color rosa en sus construcciones; para los locales es símbolo de buena suerte
se festeja especialmente en India y Nepal. La fecha da la bienvenida a la primavera y despide al frío y gris invierno. Es para muchos hindúes el inicio de un nuevo año, fecha para renovar relaciones con seres queridos y punto de par da para una buena cosecha. La gente sale a la calle ves da de blanco y carga consigo un impresionante arsenal de polvos de color. A medida que pasan las horas, las impecables túnicas se vuelven lienzos donde los polvos se mezclan sin un orden. La calidez de su gente hace que cualquier viajero se sienta como en casa, es como una invitación personal a disfrutar junto con ellos el cierre de un ciclo.
Se requiere de mucha destreza y excelente orientación geográ ca para recorrer la ciudad, sobre todo si se desea llegar al punto donde todo inició. Uno de los si os a visitar es la an gua ciudad de Delhi. En el siglo XVII esta sección fue
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© Carlos de la Cruz