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necesario bajar del auto, pues los o ciales revisan tus papeles desde las ventanillas, y después de unos minutos de espera en las las de autos para cruzar, seguimos nuestro camino.
Pronto llegamos a la carretera zigzagueante que conduce a la bahía. Aun cuando nos encontrábamos a unos 35 km de Croacia, el paisaje cambió radicalmente: las montañas están pobladas de verde y el azul del mar Adriá co se vuelve más intenso gracias a este contraste. El camino, a lo largo de la costa, sigue los trazos caprichosos de la imponente bahía, de manera que se hace un medio círculo. Tienes la sensación de encontrarte en un enorme lago, pues el mar queda completamente rodeado por las montañas.
Montenegro es muy pequeño, con un área total de 13,812 km2 y apenas 293 km de costa. Pero en contraste con sus dimensiones, el país alberga una importante diversidad
cultural derivada de su posición histórica como punto de encuentro entre Oriente y Occidente. Cada una de las ciudades an guas en la bahía guardan tes monios de un pasado con in uencia romana, bizan na, otomana y eslava. En empos más cercanos, formó parte de la an gua Yugoslavia, y solo desde 2006 es un país independiente.
Kotor, la ciudad medieval homónima de esta región, ene un pequeño casco histórico muy bien preservado. A pocos kilómetros está su hermana menor, la encantadora Perast. Como muchos visitantes, llegamos a Perast buscando admirar las dos islas que otan frente a la ciudad: San Jorge y Nuestra Señora de la Roca.
Esa noche volvimos a nuestro punto de par da en Dubrovnik. Al día siguiente terminaba este recorrido en el Adriá co. En espacio de pocos kilómetros habíamos visto playas, bahías, ciudades an guas; habíamos disfrutado la abrumadora transparencia de este mar.•
Ilustración: Cruz Mar nez
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