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Al mediodía, dos militares con uniformes ingleses del siglo XIX marchan bajo el fuerte sol del Mediterráneo. Comandados por un tercero, se disponen a cargar un cañón que apunta hacia las aguas del Gran Puerto de Malta. Atentos a todas las órdenes del general, decenas de turistas contemplan la escena desde los Upper Barrakka Gardens, uno de los jardines más visitados en La Valeta.
El arma es cargada y encendida. Tras pocos segundos, una sonora explosión impacta a la audiencia que, a pesar de esperar ansiosa el cañonazo, no deja de sorprenderse por su fuerza. Unos instantes más de silencio y admiración preceden a una segunda explosión, esta vez de aplausos, que muestran la sa sfacción del público por el espectáculo presenciado.
Toda la esceni cación es parte de una tradición seguida en Malta desde el periodo de la dominación inglesa en el siglo XIX, cuando las decenas de obuses instalados para defender la isla quedaron sin uso militar y terminaron sirviendo para saludar la entrada de los dignatarios extranjeros que visitaban este bello puerto mediterráneo.
El espectáculo es llevado a cabo por la fundación Wirt Artna, que puntualemnte dispara el cañón cada día, ya no para saludar a gobernantes, sino para dar la bienvenida a los miles de turistas que se aventuran a conocer uno de los países más ricos en patrimonio de toda Europa.
Una ciudad surgida de la guerra
Malta es un país de apenas 316 km, el décimo más pequeño del mundo, cuya privilegiada localización al centro del Mediterráneo, entre África y Europa, la convir ó en una posesión codiciada para muchos de los grandes imperios que se han disputado ese mar a lo largo de la historia. El país ha sabido conservar su patrimonio durante milenios, escondiendo secretos que maravillan a sus visitantes, muchos de los cuales no esperan encontrar más que sol y playa.
Los jardines, desde donde la mayor parte de la gente decide contemplar el espectáculo, son sólo uno de los cientos de atrac vos de La Valeta, la capital del país. La ciudad, nombrada patrimonio de la humanidad, es considerada como la urbe con más monumentos por km2 a nivel mundial.
La Valeta se construyó en 1565, tras una de las victorias militares más sorprendentes de la historia. Ese año, los caballeros de la Orden de San Juan sobrevivieron a un si o de meses, derrotando nalmente a un ejército otomano que los cuadruplicaba en tamaño y que había conquistado los Balcanes y Hungría, poniendo en jaque al resto de la Europa cris ana. Los gobernantes europeos quedaron impresionados y agradecidos por el logro de los caballeros y recompensaron sus esfuerzos con tesoros y dinero, inver dos después en la edi cación de una nueva ciudad en honor del Gran Maestre que comandó la defensa, Jean De Vale e.
Una urbe del Renacimiento
La Orden de Malta, que inició entonces su gobierno de más de tres siglos, inauguró la ciudad con un trazado urbanís co cuadrangular, de inspiración renacen sta, que hoy en día puede apreciarse al recorrerse sus calles con facilidad.
Tras cruzar las murallas se entra en la Calle República, hoy peatonal en casi toda su extensión y que funciona como eje que comunica toda la ciudad. En ella se encuentran el Museo Nacional de Arqueología, dedicado al misterioso pasado prehistórico de la isla y ubicado en un an guo albergue de la orden; la Casa Rocca Piccola, perteneciente a la noble familia de Piro y cuyo propietario, el Marqués Nicholas de Piro, ha abierto al público para dar a conocer el modo
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