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Hitler tomó la incorrecta decisión tác ca de concentrarse en conquistar Creta en vez de Malta, y cuando las fuerzas nazis empezaron a perder terreno, las islas del Mediterráneo se convir eron en la base de la invasión aliada a Sicilia, el primer paso de la derrota de la Italia fascista. Así, el pequeño país y el valor de su gente volvieron a marcar el curso de la historia.
La memoria resguardada
Hoy queda un gran patrimonio que recuerda los duros días de la Segunda Guerra Mundial, empezando por decenas de refugios abiertos al público. Entre éstos se encuentran los sótanos de la Casa Rocca Piccola o los del restaurante Ill-Barri en Mgarr.
Pero quizá los más impresionantes son los que se encuentran en el Malta At War Museum en Vi oriossa. Este museo se ubica en la an gua entrada de Birgu, una de las tres ciudades donde la Orden de Malta resis ó el embate otomano. En su interior se encuentran exhibidos miles de objetos relacionados con la guerra y dispuestos en nueve salas temá cas, dedicadas a los diferentes aspectos de un con icto que nos sigue interesando y horrorizando.
La exposición es complementada por un recorrido libre a lo largo de los kilómetros de túneles que conforman el refugio abierto al público más grande del país, y donde el visitante puede hacerse una mida idea de lo que debió signi car pasar allí horas, en la penumbra, escuchando las alarmas an aéreas y los in nitos bombardeos.
El museo es cuidado por la fundación Wirt Artna, quienes también se encargan de los Lascaris War Room, el centro de comando desde donde se coordinó la invasión a Sicilia.
La resistencia de los malteses a los horrores de la guerra impresionó tanto al mundo entero que el rey de Inglaterra les concedió la Cruz de Jorge para honrar su valen a. La cruz entregada a Malta es una de sólo dos que se han entregado a colec vos de gente y es considerada un honor tan grande que hasta la fecha es mostrada con orgullo en su bandera.
Hoy Malta recibe 80% de sus ingresos del turismo; su historia y su cultura demuestran que sin importar el tamaño, se puede ser grande.•
Su origen renacen sta se percibe con sólo recorrer sus calles
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